Ringo Gloria y muerte repasa la vida del mtico boxeador argentino de peso pesado Foto Prensa
“Ringo. Gloria y muerte”, repasa la vida del mítico boxeador argentino de peso pesado. Foto: Prensa.

En el nombre mismo está la clave de su línea narrativa: la serie “Ringo. Gloria y muerte” propone un recorrido en paralelo por los senderos más esplendorosos y más oscuros del boxeador Oscar Bonavena, uno de los primeros fenómenos populares del deporte argentino.

Ofrece una atrapante combinación entre los saltos cronológicos que forjaron su condición de mito y los instantes más dramáticos que matizaron sus días finales en Nevada, Estados Unidos, donde encontró la muerte por sus peligrosos vínculos sociales.

La serie dirigida por Nicolás Pérez Veiga, de la productora Primo Content, se estructura en siete capítulos de 40 minutos y estará disponible a partir del viernes próximo a través de la plataforma Star+ de la megaempresa de entretenimientos estadounidense Disney.

Los productores presentaron este martes la gala de avant premiere en el Luna Park, donde “Ringo” festejó 20 de sus 58 victorias profesionales, entre ellas, la lograda ante Gregorio Peralta por el título argentino peso pesado con récord de asistencia (25.236 espectadores), la noche del 4 de septiembre de 1965.

La serie dirigida por Nicols Prez Veiga Foto Prensa
La serie dirigida por Nicolás Pérez Veiga. Foto: Prensa.



Su consagración nacional y el ambiente de esa jornada fueron recreados en vivo frente a una numerosa platea de invitados, en la que destacó la diva Mirtha Legrand junto a sus nietos Nacho y Juana Viale, entre más personajes del ambiente artístico y deportivo.

En aquellos tiempos de apogeo, al igual que sucedía con el “Intocable” Nicolino Locche, el público porteño vibraba por la guapeza de un joven surgidos de los arrabales, que llegó a la meca del boxeo a pura prepotencia hasta medirse en una serie pelea-revancha con Joe Frazier y en un célebre combate con Muhammad Ali, acaso el mejor boxeador libra por libra de todos los tiempos.

Sus orígenes en el barrio de Parque de los Patricios, los inicios en el mundo del boxeo amateur, el crecimiento deportivo sustentado en su personalidad arrolladora, su salida a Estados Unidos por una sanción en Argentina y la posterior consagración como campeón nacional de los pesados articulan una historia interpretada por el joven actor Jerónimo Giocondo Bosia (27) en su primer papel protagónico.

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Foto: Prensa.



La riqueza de un personaje como Bonavena lo desafió a desdoblarse en una tarea que pudiera reflejar con rigor el fulgurante carisma de quien podría considerarse un influencer post mortem, toda vez que su trascendencia excedió largamente los límites del cuadrilátero.

“Ringo fue un personaje extremadamente popular, todo el mundo sabía algo de él y me nutrí de muchas fuentes para interpretarlo. Lo estudié mucho, desde sus gestos, su relación con la prensa, absolutamente todo”, contó el protagonista antes de la proyección del primer episodio en el templo de Avenida Corrientes y Bouchard.

El thriller abunda también en la dimensión de showman del portentoso púgil de amplia sonrisa y lengua soberbia. Su incursión en la música, el teatro y la televisión no escapan al relato fílmico como parte de un fenómeno popular integral.

La épica, el glamour y el humor de los mejores años de “Ringo” desemboca en un proceso sórdido que lo ubica en Estados Unidos junto a su nuevo manager Joe Conforte (Thomas Grube), ideólogo de su muerte en mayo de 1976.

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Aturdido por la fama, Bonavena busca una reinvención para acceder a un desquite con Ali y conforma un flamante matrimonio con Tracy (Connie Isla), una trabajadora del burdel Mustang Ranch, regenteado por Sally Conforte (Lucila Gandolfo), la esposa del representante siciliano.

Una aventura sentimental con Sally precipitó el final de la leyenda argentina: Bonavena fue asesinado a sus 33 años por un matón de Joe Conforte en la puerta misma del club nocturno de la ciudad de Reno.

Así de vertiginosa, triste y sangrienta concluye la historia del humilde muchacho que fue celebridad. De la gloria a la muerte, sin escalas.

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Un personaje irrepetible

Oscar Natalio Bonavena fue mediático antes de que existiera la palabra “mediático”, pero sería injusto recordarlo apenas por su voz aflautada, por su histrionismo y por sus puestas en escena en las conferencias de prensa, ya que no fue poca cosa haber estado entre los 10/15 mejores pesados del planeta durante una década, en digna puja arriba del ring con los cracks de su tiempo.

Quisieran hoy los pesados que coronan en los diferentes organismos rectores disponer de la oportunidad de vérselas con las figuras que sí se vio Bonavena, retacón, pies planos, fuerte como un toro y guapo hasta la médula.

Nacido el 25 de septiembre de 1942 y criado en Parque de los Patricios, apodado “Ringo” por analogía con el flequillo del baterista de Los Beatles (Ringo Starr) y “Titi” para su madre y sus hermanos, hizo una aceptable campaña como aficionado con la mácula de una descalificación en una competencia internacional por un mordisco propinado al taxista neoyorquino Lee Carr.

Fue la consiguiente suspensión la que apuró su paso al profesionalismo en la mismísima meca del boxeo, que lo acogió como un profesional de lo más respetable, simpático, entrador asimismo en tiempos de plena hegemonía de los afroamericanos.

A lo largo de su carrera Bonavena venció a cuatro retadores al título del mundo: el también argentino Gregorio “Goyo” Peralta, el canadiense George Chuvalo, el alemán Karl Mildenberger y el estadounidense Zora Folley, que le había quitado el invicto.

También cayó con el gigantesco Ron Lyle en marzo de 1974 en Denver en el que fue, a la sazón, su último pleito ante un primera serie.

Y también perdió con cuatro campeones del mundo: los estilistas Jimmy Ellis y Floyd Patterson, el despiadado peleador Joe Frazier – a quien derribó dos veces en el primero de los dos pleitos que sostuvieron- y a Cassius Clay, o Muhamad Alí, considerado el mejor boxeador libra por libra de todos los tiempos.

Ante Alí, el 7 de diciembre de 1970 en el mítico Madison Square Garden, tuvo pendientes a la mayor parte de las familias argentinas. De hecho, generó un acontecimiento irrepetible en la historia de la televisión argentina: 79.1 de rating.

Corajudo, fuerte, algo desbalanceado (pies planos en una mole de más de 90 kilos), zurdo con guardia de diestro, Bonavena fue asimismo cantante de varieté (su desafinado “Pío-Pío”), showman, tuvo un programa por Canal 11, fue pionero del marketing y de los monólogos en clave de humor, empresario y personaje de la imperdible biografía del periodista Ezequiel Fernández Moores (“Díganme Ringo”) y de dos películas: “Love Ranch” y el documental “Soy Ringo”.

Villano originario que la noche de su triunfo ante Peralta se metió en el bolsillo al exigente público porteño, grandote con alma de niño, hincha de Huracán que por el puro gusto de verlo jugar con la camiseta de sus devociones un buen día contrató al cordobés Daniel Willlington.

Bonavena fue acribillado por un sicario el 22 de mayo de 1976 a las puertas del Mustang Ranch de Reno, Nevada. Tenía 33 años, 7 meses y 26 días, un espléndido récord de 58 triunfos en 68 peleas y se las había visto con nada menos que 29 rivales estadounidenses.

Disipado más temprano que tarde el anhelo de refundar su carrera en pos de una nueva oportunidad de disputar el campeonato del mundo de todos los pesos, involucrado con Sally Conforte, esposa de un zar del juego y la prostitución que le había hecho llegar mensajes de franco tono amenazante, Bonavena había subido a un ring por última vez el 22 de febrero de 1976 con una victoria ante el ignoto Billy Joiner en un cinematográfico escenario de mujeres semidesnudas y millonarios de habano en mano.